Por William González Badillo
La lógica se dio, la máscara se cayó, por fin cesó la horrible noche, una muerte anunciada en esta columna desde hace varios meses se dio y Junior se despidió sin pena ni gloria de la Copa Santander Libertadores.
La era Quintabani terminó como tenía que hacerlo, en medio de una noche gris, opaca y llena de sobresaltos.
El técnico colombo-argentino murió en su ley, haciendo cambios incomprensibles, alterando a los jugadores en sus habituales posiciones y leyendo, una vez más, el juego de manera diferente al común de la gente.
En el fondo, respiré. Siempre lo dije: La eliminación se veía venir, era apenas lógico que ocurriera. Nadie daba un peso por un equipo que nunca convenció, que al parecer apostó por un torneo, de dos en disputa, pero que al final se quedó, como dice el viejo adagio popular, “sin el pan y sin el queso”.
Quintabani saldrá, es un hecho, pero no la pondrá fácil, sabe que aquí en Barranquilla se mueve el dinero y que aún tiene contrato vigente con el club. Exprimirá, hasta donde pueda, la ‘tetica de oro’, es cuestión de lógica.
Los Char no aprenden y siguen malgastando su dinero en jugadores y técnicos innecesarios que llegan como héroes y salen como villanos. Pero al fin y al cabo es su dinero y hacen con él lo que deseen. Lo doloroso el manoseo que le dan ciertos personajes del fútbol a esta institución que es la consentida de una ciudad futbolera y que goza y sufre con los triunfos y las derrotas rojiblancas.
De fútbol, podemos hablar un largo rato. El partido ante Jaguares fue una fotocopia de lo visto últimamente. Un equipo desordenado en la cancha, sin ideas, sin claridad ofensiva, que no te da dos y tres toques seguidos. Un grupo con lagunas, que da muchas ventajas en defensa, mal entrenado, que no aprende de sus errores y que depende mucho de las individualidades, de lo que haga Bacca adelante, de lo que se invente Giovanni en el medio, de un remate de media distancia de Viáfara, de las tapadas de Viera, en fin. Anoche no se dio ninguna y Junior se fue humillado de la Copa Libertadores.
Como siempre, volveré a repetir mi frase favorita: los jugadores pasan, las instituciones quedan. Hay que pensar en el futuro, en rearmar este equipo, en plantearse nuevos objetivos, en apuntar en grande y esto no solo se realiza con proyectos serios, si no con arquitectos dedicados y comprometidos con la causa.
Y como dice una gran amigo juniorista: “Esto es Junior”. Aquí las cosas se ganan sufriendo, y si no se ganan, se vuelve a empezar y las ilusiones vuelven a renacer. Son pocos los que entienden estas cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario