Por William González Badillo
Twitter: @wigoSports
La historia de
Junior está llena de muchos recuerdos imborrables. Quizás uno de los más
célebres fue aquel gol del defensor argentino Walter Ribonetto, ante Atlético
Nacional, que sirvió para que el equipo rojiblanco alcanzara su quinta estrella
en el año 2004.
No fue un título
cualquiera, teniendo en cuenta el rival y todo lo que rodeó aquel partido.
Después de haber ganado 3-0 en Barranquilla y de tener el campeonato
prácticamente en el bolsillo, Junior perdía, a falta de dos minutos para el
final, 5-1 en Medellín y veía resignada todas sus posibilidades de alcanzar la
estrella. Fue ahí cuando apareció el héroe argentino. Ribonetto aprovechó un
rebote dejado por el arquero Milton Patiño, tras un cabezazo de Cristian
Racero, y solo tuvo que empujar la pelota al fondo de la red. Con ese tanto se
empató la serie y los penaltis favorecieron a los tiburones, que enmudecieron
un estadio que ya celebraba el título por adelantado.
Ribonetto, quien
no había tenido la oportunidad de regresar a La Arenosa, estuvo ayer en la
ciudad dictando una charla a varios entrenadores barranquilleros en el Colegio
Americano. Hoy es entrenador de la octava división de Lanús y se prepara para
incursionar, en un futuro no muy lejano, como técnico de primera división.
En diálogo con EL
HERALDO, Ribonetto, que llegó a afirmar en su momento que “Dios era
juniorista”, recordó su paso por la institución rojiblanca, en especial, aquel
título logrado en Medellín.
Me imagino la cantidad de recuerdos gratos que tiene de
Barranquilla, especialmente ese título que ganó con Junior…
Uno siempre
guarda los mejores recuerdos de Barranquilla. Continuamente me pasa por la
cabeza esa imagen de lo que fue el título de 2004, la gente lo disfrutó mucho,
por como se dieron las cosas. Estoy muy contento por haber quedado en la
historia de Junior.
Usted fue un jugador, que a pesar de no haber estado
mucho tiempo en Barranquilla, quedó en la historia de Junior…
Sí, eso es muy
lindo, saber que la gente te recuerda con mucho cariño. La verdad, en aquel
momento, yo tenía pensado volver, pero no dependía de mí, sino de Lanús, el
dueño de mi pase. Ellos vendieron un central a México y me dijeron que iban a
contar conmigo, que tenía que quedarme. Me quedé con la ganas de seguir en el
Junior de Barranquilla.
¿Qué recuerdo tiene de aquel partido ante Nacional en
el estadio Atanasio Girardot de Medellín?
Fue una serie
inolvidable. Nosotros ganamos 3-0 en Barranquilla, parecía que el título ya lo
teníamos asegurado, pero ellos allá armaron todo tipo de estrategias, se
aprovecharon de nuestra confianza y voltearon el marcador. Cuando el partido
iba 5-1 parecía que estaba todo perdido. En ese momento le pregunto al Zurdo
López cuántos minutos faltaban y él me dice que cinco, y qué va, faltaban solo
dos minutos. Me fui para arriba, me quedó una pelota que cabeceó Racero y yo
solo tuve que embocarla. Fue un momento único, ya la afición de Nacional estaba
celebrando el título y nosotros enmudecimos el estadio.
¿En qué momento ustedes, después de un 5-1 en contra,
reaccionan y ven la posibilidad de buscar el gol que empatara la serie?
Recuerdo que
cuando ellos anotan el quinto gol ahí bajan la guardia y ya se sentían
campeones. Entonces empezaron a sacar jugadores importantes para que la gente
los aplaudiera, era el caso de Héctor Hurtado y Hugo Morales. Fue ahí cuando
nosotros vimos que estaban confiados, nos creían muertos y decidimos dar el
último esfuerzo para buscar ese gol que empatara la serie. Gracias a Dios se
consiguió.
¿Cuando ustedes empatan la serie sintieron que el
título no se les escapaba?
Sabíamos que a
esa instancia tan crucial, como eran los penales, nosotros llegábamos mejor
anímicamente. Y mira que eso se vio reflejado en cada cobro, todos los pateamos
bien, con mucha seguridad.
Después de ese partido usted dijo una frase que quedó
grabada en la historia: “Dios es juniorista”. Esto, quizás, tratando de
explicar por todo lo que tuvo que pasar Junior para conseguir aquel título…
Cuando uno hace
las cosas bien el de arriba se acuerda. Ese día estuvo del lado nuestro y la
gente lo disfrutó mucho.
¿Qué hicieron con aquella camiseta amarilla con la que
jugó Junior ese día?
La mía yo no sé
dónde está. Era una camisa muy rara, recuerdo que era la de entrenamiento. Como
nosotros de local nos pusimos la rojiblanca y ellos utilizaron la alternativa,
y les habíamos ganado 3-0, allá no dejaron que nosotros jugáramos con la
rojiblanca. Todo hacía parte de la estrategia.
¿Era cierto que iban a jugar con una camiseta del
Independiente Medellín?
A nosotros nos
dieron varias posibilidades y esa era una de ellas. Hasta pensamos en ir a las
afueras del estadio y comprar otro uniforme, pero finalmente salimos con la
camiseta de entrenamiento que utilizamos el día anterior en Medellín. Por
cierto, tuvimos que bañarla de perfume porque ni lavada estaba (Risas).
En un futuro, no muy lejano, ¿podría llegar a ser
entrenador del Junior?
Uno
nunca sabe lo que puede pasar en la vida, hoy me estoy capacitando para ser
entrenador, tengo la suerte de estar dirigiendo la octava de Lanús y lógico que
me encantaría dirigir Junior. Guardo mucho cariño por esta institución. Ahora
solo pienso en estudiar, porque para dirigir en primera uno debe estar bien
preparado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario