Por
William González Badillo
Twitter: @wigoSports
Decepcionante.
Así fue la presentación de Junior el pasado miércoles ante Atlético Nacional en
el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. La derrota 3-1, por la Superliga Postobón,
pasa a un segundo plano cuando se hacen los balances finales del trabajo
colectivo e individual del equipo tiburón.
El misterio que
rodeó la antesala de esta presentación presagiaba cosas interesantes. Partidos
a puerta cerrada, restricciones a la prensa, silencio por parte de los
directivos. Todo indicaba que se preparaba algo grande, algo diferente, algo
sin precedentes, pero no fue así. El miércoles vimos más de lo mismo: un Junior
sin sangre, sin hambre de gloria, sin carácter, sin personalidad y, ante todo,
un Junior sin fútbol, sin trabajo.
Atlético
Nacional, sin ser aquel equipo virtuoso de otros años, hizo ver mal a los
rojiblancos y resolvió el juego aprovechando las ingenuas ventajas que brindó
el rival. Como dice el famoso dicho costeño: “papaya puesta, papaya partida”.
El cuadro verdolaga aprovechó la capacidad individual de cada uno de sus
elementos y dejó nuevamente en evidencia a un equipo rojiblanco frágil en
defensa y carente de actitud.
Preocupan aún más
las sinceras respuestas del técnico Cheché Hernández en la rueda de prensa que
se registró luego de la penosa derrota ante Nacional. El entrenador rojiblanco
se mostró triste, sorprendido y decepcionado por la presentación del equipo.
Sin dar nombres, reconoció que varios de los llamados refuerzos que trajo el
equipo rojiblanco a principio de año siguen sin cumplir con las expectativas y
dio a entender que muchos jugadores se mantienen en el club porque sus
contratos impiden que sean excluidos.
Al ser consultado
por la continuidad de varios elementos que siguen sin aportar absolutamente
nada al equipo y que ya cumplieron su ciclo en el club, el técnico respondió:
“Si hay necesidad de excluir a alguien, no se puede, hay una ley que protege a
los jugadores en este momento y hay un contrato firmado. ¿Qué sería lo más
adecuado?, ubicarlos en otro lado y que el contrato siga vigente en otra
institución. No voy a decir nombres, pero reconozco que se ha tratado de hacer,
porque no podemos ser ajenos a la opinión que es mayoritaria y que es de sentido
común de toda la población, pero no se ha podido”.
Lo visto ante
Nacional deja claro la necesidad inmediata y urgente de traer uno o dos
refuerzos de categoría que fortalezcan la zona defensiva del equipo de cara a
la Liga Postobón II. Junior, en el primer semestre del año, fue un equipo
errático, inseguro, desconcentrado e ingenuo en defensa. Hoy nada ha cambiado.
El arquero uruguayo Sebastián Viera sigue siendo el gran sacrificado y los
goles del rival siguen llegando más por errores defensivos que por virtud de
los atacantes contrarios.
No pensemos que
con la llegada de Teófilo Gutiérrez todos los problemas se solucionarán (¡ojalá
que sí!). Con Teo se resuelve un problema mínimo, el tema de los goles
(recordemos que Junior el semestre pasado ya fue uno de los equipos más
anotadores de la liga), pero la gran preocupación está atrás. Si llega Dayro
Moreno o cualquier otro delantero, bienvenido sea, sería un gran aporte, pero
se sigue reforzando adelante olvidando lo que realmente preocupa, la defensa.
¿A QUÉ JUEGA JUNIOR? Otro de
los puntos críticos del equipo es saber a qué juega el Junior del técnico José
Eugenio Cheché Hernández.
No es un equipo
vertical, porque no explota las bandas y es muy lenta su transición de defensa
a ataque. Mucho menos es un equipo colectivo, porque no puede hacer tres toques
seguidos cuando ya pierda la pelota. No es un cuadro defensivo, porque su
fortaleza no radica en la defensa —es la zona más vulnerable— y la mayoría de
sus jugadores conciben el fútbol de manera ofensiva.
Por último, queda
en el análisis el aspecto táctico. Ahora no vamos a desconocer que ese sistema
(4-2-3-1) le ha entregado a Junior dos títulos, un subcampeonato y lo salvó, en
su momento, del descenso. Pero sería interesante explorar, en ciertos pasajes
del juego, cuando el rival lo amerite, un cambio táctico que sorprenda al
adversario y le de ciertas ventajas al Junior. Pero, no. Este equipo muere
siempre en la suya, no experimenta y se rehúsa a cambiar de planteamiento
táctico, convirtiéndose en un equipo predecible.
Quedan
muchas dudas, muchas incógnitas y la preocupación aumenta de cara al inicio de
la Liga Postobón II. La afición espera un equipo competitivo que esté a la
altura de la historia del club. Hoy ese equipo no existe. Ojalá la llegada de
Teófilo Gutiérrez —por todo lo que significa— inyecte de ánimo a un plantel
rojiblanco que sigue sin enamorar a su sufrida afición. Amanecerá y veremos…
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