BARCELONA. 1.439 días, 13
títulos, 242 partidos y 619 goles después, Pep Guardiola, el entrenador más
laureado de la historia del club, ha decidido bajarse del carrusel que es el
Barça, donde en cuatro años ha construido el nuevo barcelonismo, dentro y fuera
del campo.
Guardiola se va
porque se siente exprimido. Ha llevado su cabeza al límite en cuatro años y no
se siente con más fuerzas para seguir adelante.
Su sustituto será
su ayudante, Tito Vilanova, un amigo con el que comparte ideas futbolísticas y
cuya delicada salud se había barajado como definitiva para que Pep no siguiera.
El mérito de Guardiola
ha sido el de transformar el modelo Barça. Desde que llegó al banquillo el 17
junio de 2008, Pep dejó claro que su apuesta era el del juego de ataque y que
persistiría en la idea de que su equipo tenía que ser protagonista en todos los
partidos.
Y lo ha
conseguido con creces. 619 goles en cuatro años, 13 títulos, 242 partidos -aun
le faltan cinco-, 176 victorias, 46 empates y sólo 20 derrotas.
Ha mejorado la
idea de Cruyff y también sus títulos. El holandés ganó once títulos en ocho
temporadas; Guardiola trece en la mitad. Pero el mérito principal de Pep es que
ha transformado el victimismo histórico del Barça y ha liderado una ola de
nuevo barcelonismo, basado en el orgullo culé convencido de que el estilo y el
juego de ataque son el camino a seguir.
También el
triunfo de Guardiola es el de la cantera. Hasta 22 futbolistas procedentes de
La Masia han debutado con él. Ha encumbrado a jugadores hasta entonces
desconocidos, como Sergio Busquets o Pedro Rodríguez, promesas hechas realidad
(Thiago) o la nueva hornada de extremos puros: Cuenca y Tello.
Catorce fichajes,
alguno de ellos controvertidos como cuando decidió la contratación de Zlatan
Ibrahimovic, aunque al final buena parte de todo ha girado en torno a Leo
Messi, quien se ha transformado como futbolista y ha batido récords y récords.
Guardiola ha
reconstruido el barcelonismo de base y los cimientos sólidos de lo que tiene
que ser el futuro. Cuando Fernando Torres firmó la eliminación del Barça en las
semifinales de la Champions, la reacción del Camp Nou, aplaudiendo al equipo,
se comprobó que todo había cambiado. No era el momento de la crítica, sino de
loar la derrota.
Se va Pep y ha
advertido de que no va a ser un personaje más del entorno, no será el vigilante
de lo que pasa, en una velada referencia al papel histórico de Johan Cruyff.
Se va Pep y deja
huérfano al barcelonismo y a una plantilla de jugadores que le debe todo. Se
fue Pep y el Barça en una semana lo perdió a él, además de la Champions y la
Liga. Pep ha dejado de persistir.
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