Por William González Badillo
El año 2010 para el equipo rojiblanco tuvo dos caras. Una muy positiva, llena de ilusión, esfuerzo, proeza, profesionalismo y mucha entrega en la cancha. Otra llena de baches negativos, indisciplina, malas decisiones y un muy bajo rendimiento grupal y colectivo.
No se puede decir que el año fue negativo, ya que durante 2010 los barranquilleros consiguieron su ansiada sexta estrella, luego seis años sin ganar nada, época en la que el equipo se vio inmerso en una crisis deportiva que lo llevó a pelear el descenso.
Sin embargo, el balance general no puede ser positivo del todo, pues en la segunda parte del año, los dirigidos por Diego Umaña tuvieron bastantes dificultades para disputar el torneo, cumpliendo la peor campaña de la historia del club.
Primer semestre 2010. El año comenzó con una bofetada de esas que duelen en el alma. Junior salió eliminado en la fase de repechaje de la Copa Santander Libertadores a manos de un desconocido Racing de Uruguay, un equipo sin historia ni prestigio internacional.
Las bases del nuevo proyecto dirigido por Diego Umaña remecieron y las críticas comenzaron a llegar desde cierto sector de la prensa e hinchada barranquillera.
Pero el equipo levantó la cabeza, dejó a un lado la eliminación de la Copa y centró todas las energías en la Liga Postobón. Cuando el panorama se antojaba oscuro, Diego Umaña confeccionó un equipo fuerte, que se fue afianzando fecha tras fecha hasta convertirse en firme candidato al título, de un torneo en el que solo hubo semifinal y final, sin cuadrangulares, por la necesidad de acortar el calendario debido al Mundial de Sudáfrica 2010.
De la mano de su capitán Giovanni Hernández, los goles de Carlos Bacca y Víctor Cortés y la seguridad defensiva de Román Torres, Junior dejó en el camino a otros candidatos al título como el Independiente Medellín, a quien venció en la semifinal, y a La Equidad, con quien disputó el título de la Liga Postobón I.
A la estrella se sumó el logró individual de Bacca, quien con 12 goles, se hizo acreedor al Botín de Oro, galardón que compartió con Carlos Rentería, del subcampeón.
Segundo semestre 2010. Para el segundo semestre Junior intentó combatir a toda costa el síndrome del campeón, que generalmente, en nuestro país, termina haciendo una muy mala campaña en el torneo posterior al ganado.
Diego Umaña dijo: “Si soy inteligente, debo irme ahora”. Y en parte tenía razón. Así como él lo predijo, desde un principio la plantilla ‘tiburona’ no supo asimilar el éxito obtenido en el primer semestre del año y se relajó por completo para el finalización.
En parte, eso fue culpa del mismo Diego Umaña, que sabiendo lo que podía pasar, no pudo evitar que la plantilla se le viniera encima y los malos resultados acabaran con la dignidad del hincha barranquillero.
Para este segundo semestre, el cuadro rojiblanco tuvo bastantes dificultades para disputar el torneo, el rendimiento deportivo no fue el mejor, las fallas disciplinarias de algunos jugadores importantes desataron una crisis institucional, y las disputas entre el técnico y algunos directivos terminaron por hundir al equipo en una pésima campaña, en la que terminó eliminado de los cuadrangulares finalizando en la posición 14 del todos contra todos.
Al final, salió Diego Umaña, como era de esperarse, aunque la decisión no era la más óptima desde mi punto de vista.
Ahora, para el 2011, de la mano del colombo-argentino Óscar Héctor Quintabani, Junior tendrá un gran reto, La Copa Libertadores; y para eso se está armando una nómina, que sin miedo a equivocarme, será la mejor del país, digna para afrontar un torneo de estos. Esperemos que toda esta plantilla esté a la altura del reto y nos llenen de orgullo barranquillero.