Bogotá.
La de Luis Fernando Muriel Caraballo ha sido una vida que en poco tiempo le ha permitido pasar de humilde vendedor de lotería a ser uno de los artilleros más eficaces de la Selección colombiana, que compite en el Campeonato Mundial Sub'20 que se disputa en ocho ciudades del país andino.
Muriel, de gran parecido físico con el retirado goleador colombiano Iván René Valenciano, busca que sus dianas le sirvan a Colombia para disputar la final del torneo que tiene en competencia a las mejores 24 selecciones del mundo.
Nacido en la población de Santo Tomás, en el departamento del Atlántico, reconocida porque en cada Semana Santa cientos de flagelantes, con sus cabezas y rostros cubiertos, caminan por las calles y se dan latigazos, lleva dos tantos, pero tiene "la esperanza de hacer más", dice.
Atrás quedaron los tiempos de privaciones que lo llevaban por esas polvorientas calles a ofrecer fracciones de lotería para quienes, como él, buscan salir de la pobreza con un golpe de suerte.
En su memoria quedan las duras jornadas, algunas de más de 12 horas, al final de las cuales regresaba a su casa en vetustos autobuses sin "un peso entre el bolsillo", pero tarareando canciones de música vallenata, uno de los aires más populares en el norte colombiano.
Pero no todo era vender lotería y cantar. Muriel se las arreglaba para jugar fútbol, y todavía sin muchos fundamentos técnicos, era letal en el área.
Los rumores sobre un delantero "en bruto" llegaron a oídos de los cazatalentos del Atlético Junior, el equipo de Barranquilla, que rápidamente lo engancharon a su disciplina.
Ahí comenzó a cambiar su vida, pues dejó la calle para vestir la misma camiseta de su ídolo, Iván Valenciano, que se retiró del fútbol dejando una historia de 217 goles.
Sin embargo, la suerte no estuvo con él. Por decisión técnica, Muriel fue apartado del equipo porque no rendía y, para colmo, resultó lesionado.
Cuando se vio en la calle, se hizo la promesa de no volver a jugar al fútbol. Sin embargo, cuando la desazón lo carcomía, vino una mano amiga que lo llevó a las divisiones inferiores del Deportivo Cali, donde se recuperó y volvió por la senda del gol.
El trabajo, la entrega y las ganas de seguir ayudando a su familia, le daban fuerzas para superar la soledad que lo acompañaba.
Como profesional, Muriel debutó en 2009, cuando jugó apenas 28 minutos en un partido de primera división, pero el que lo "lanzó al agua", fue el técnico Jorge Luis Bernal (quien manejó varias selecciones nacionales de Colombia).
En 2010, ya con un puesto sólido en la titular de los caleños, Luis Muriel marcó 10 goles, incluido un triplete contra Once Caldas, que le sirvieron para que equipos extranjeros buscaran quedarse con el goleador colombiano.
El Udinese italiano pagó por él, el año pasado, casi 2 millones de dólares. Estuvo algún tiempo en ese equipo, pero sus técnicos consideraron que debía tener una formación completa y por eso lo prestaron al Granada, de España, donde las pocas oportunidades no le permitieron dar lo mejor de sí.
"Ahora regreso al Udinese y quiero quedarme para demostrar que soy goleador, pero ese tema lo comenzaré a liquidar cuando pase el Mundial de Colombia", del que aspira a salir campeón, dice el jugador que se declara fanático de las redes sociales, los videojuegos y la música, en especial el vallenato y la salsa, dos de los ritmos que lo arrullaron en los primeros años de vida.
Sobre Malí, que es el rival de Colombia el próximo martes, señala que ese equipo tiene jugadores de gran talla física y con buena técnica y conoce de sus bondades futbolísticas porque varios de ellos juegan en Francia.
Por ahora, Muriel deja de lado su vida, esa que lo llevó de pasar de andar con los zapatos rotos a manejar un auto deportivo en Italia, país en el que por ahora vive solo y que no piensa dejar hasta que convierta en realidad su sueño de ser un goleador reconocido.